Busca su nombre en el colegio de abogados (State Bar) del estado donde ejerce y revisa si tiene sanciones disciplinarias.

Pide su número de licencia, dirección física y un contrato por escrito.

Desconfía de quien se presente como “notario”: en EE. UU. un notary public no es abogado.

Pregunta cuánta experiencia tiene en casos como el tuyo (asilo, residencia, perdones, defensa en corte, etc.).

Hay tres modelos comunes: tarifa fija (p. ej., naturalización), por hora, o paquetes.

Aclara qué incluye (formularios, respuestas a RFE/NOID, preparación de entrevista, asistencia a audiencia) y qué no incluye (tasas de USCIS o de la corte, traducciones, mensajería).

Pregunta por planes de pago, políticas de reembolsos y solicita facturas/recibos.

Desconfía de “garantías de resultado”: nadie puede prometer la aprobación de un caso.

Sí. La ley de inmigración es federal, por lo que muchos abogados pueden representarte desde cualquier estado.

La mayoría ofrece videollamadas, firma electrónica y pagos en línea.

Confirma si el abogado habla español o trabaja con un intérprete profesional.

Si tienes audiencias en corte, pregunta si el abogado puede comparecer en tu jurisdicción (en persona o por video, según el caso).

Identificación y pasaporte, visas anteriores, I-94, recibos y cartas de USCIS/ICE/corte.

Línea de tiempo de entradas y salidas (fechas exactas), direcciones de residencia, historial laboral.

Actas (matrimonio, nacimiento), pruebas de relación, récord penal o citatorios si existen.

Tus objetivos (p. ej., residencia, permiso de trabajo) y una lista de preguntas.

Cualquier fecha límite próxima (audiencia, respuesta a RFE/NOID, vencimiento de estatus).

Revisa reseñas en Google, Yelp y Avvo y busca patrones en los comentarios.

Verifica en el State Bar si hay acciones disciplinarias.

Mira la actualidad de las reseñas y si describen casos similares al tuyo.

Valora si el despacho responde profesionalmente a críticas y dudas.

Promesas de resultado (“garantizado”), o “tenemos contactos en USCIS”.

Sin contrato por escrito o piden firmar formularios en blanco.

Pagos solo en efectivo o transferencias a cuentas personales.

Se presentan como “notario” ofreciendo trámites legales.

Evitan darte número de licencia, dirección física o desglose de costos.

Alcance del trabajo (qué sí y qué no incluye), honorarios, gastos y plazos.

Política de comunicación (tiempos de respuesta, canal principal) y cancelación/reembolsos.

Quién es el cliente formal (importante en casos familiares) y propiedad de documentos.

La información con un abogado está protegida por privilegio abogado-cliente. Con gestores o “notarios” no existe esa protección.

Pide planes de pago o alcance limitado (el abogado hace una parte del caso).

Busca clínicas legales, Legal Aid, programas pro bono y clínicas universitarias.

Consulta el directorio AILA para recursos de bajo costo.

Evita “soluciones baratas” sin abogado que puedan perjudicar tu caso.